Con cada paso dado dejamos atrás segundos y
minutos que no nos llaman la atención, salvo que así nos lo propongamos. Con
cada movimiento del reloj nos perdemos momentos que quizás hubiésemos
aprovechado. Y por más que inventen máquinas, sólo en las películas se podrá
volver al pasado. ¡Lo que daría por tener una de esas!
¿Dónde quedó el tiempo en que solía ser
fácil de entender?, reza una canción. Es por esa causa que uno, (por no decir
yo), anhela y desea con fuerzas volver para atrás. Es una de las principales
razones. Porque es tarde cuando en el aquí y ahora nos damos cuenta de que esos
instantes nos llenaban el alma. Es como remontar un barrilete. A veces, lo
fácil es que tome vuelo, pero lo complicado es mantenerlo en el aire. Lo
complicado en este caso es mantener en el aire eso que nos llena el espíritu.
Si cada microsegundo tuviésemos la
seguridad de que es único e irrepetible, pondríamos los sentidos en alerta.
Perpetuar la sensación de bienestar de esos instantes. Ganarle al tiempo. En
sí, esa es la fantasía.
No querer dejar atrás algo que nos hacía
tan bien. ¿Y por qué no lo tengo ahora? Sólo el universo sabe. ¿Lo volveré a
tener después? También, mi querido lector o lectora, lo sabe el universo.
Hay que esperar, hay que tener paciencia.
Escribirlo y decirlo, es demasiado fácil, demasiado. ¿Cómo se hace para mirar
el hoy queriendo seguir en el ayer? Y por qué quiero seguir en el ayer, porque
era lo que pensé que tendría eternamente.
Quién sabe, quizás vuelva a mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario