Dentro de una abrumadora nube que acapara
el ancho de mi pequeño mundo, allí se encuentra ésta especie de humanidad que
ahora mueve sus dedos tecleando las palabras.
Últimamente los días tienen el sabor de una
bebida amarga, como el jarabe para la tos, pero con el gusto asqueroso al
paladar que dura más de lo debido. Mal que me pese, por algún motivo estás. Y
sos.
Si no estuvieras, no te extrañaría. Una
frase dura, pero para mi no lo es. Aunque a veces me persiga la culpa, como una
mosca de verano, lo real es que no necesito tu presencia. Palpablemente me llevaste
dentro, un tiempo considerable. Sin embargo, no fue suficiente para tener una
conexión indeleble que perdure con los años.
Se me gastaron las huellas de las manos, y
el corazón se arrugó de tanto humedecerse, tratando de demostrar que estimo con
valor sobrenatural tus hazañas. Pero ni siquiera un trapo de piso la pasaba tan
mal en esos momentos.
Y la verdad es que no, no te extrañaría. Pensándolo
mejor, lo haría un poco. No serías indispensable. ¿Debería ser así? ¿Es un
cuerpo desalmado el que me posee? Es que me pesa la mochila de saberte ahí,
bajo mi mismo techo. Me ahogan los suspiros que emanas entre palabras, como una
toxicidad permanente que no tiene prohibición.
Al nombrarte, mi voz debería sonar como la
melodía más bella de los mundos. En cambio, mi timbre tiene una tonalidad nula,
seca, pálida, insípida, incolora.
Hoy no me mueven los hilos de tu
motivación. Hay otra razón más importante que empuja mis pulmones. Comprendí
que en mis manos y en mis pies siempre gobernaron los grilletes de tus
mandatos. Siempre tus lentes, nunca mi felicidad. ¿Tanta es la carga de mi
karma? ¡Pucha!
No es tu intención ser un monstruo, tampoco
la mía es dibujarte como la culpable del asesinato. Pero con cada acto casi
cotidiano, solita, te echás un puñado de olvido sobre tus hombros. No quiero
que sea así. No debería.
Lo más gris de este paisaje es que esto
muere dentro del marco de la pantalla, porque el valor del grito se me esfuma
cual humo de incienso frente a un tornado de cenizas. Y no es por vos, es por
él.
No sos mala, es sólo que a este mundo le
pareció interesante que yo sea tu hija.
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